Los otros


Apagados en ocasiones por la luz de las grandes estrellas, o ensombrecidos en otras por su propia oscuridad, lo cierto es que existe una notable nómina de futbolistas que han pasado por la entidad celeste sin pena ni gloria, lejos de la memoria de una afición que sólo guarda hueco en su retina para aquellos jugadores que visitaron el tapete de Balaídos con cierta asiduidad.

Habituales en el banquillo o en la grada, donde ya casi eran considerados como un socio de Tribuna más, sus apariciones en el terreno de juego se podían resumir en presencias testimoniales, la mayoría en partidos intrascendentes. El destino fue para todos ellos igual: una salida del club vivida desde la más absoluta indiferencia por el aficionado. Quizás lo más triste que le pueda ocurrir a un futbolista pues, en general, la magnitud de la huella que el profesional deja en un club no se mide por el número de hinchas que acuden, eufóricos, a su presentación, sino por aquellos que no faltan en el día de su despedida.

El descenso a Segunda División hizo incrementar, notablemente, el número de futbolistas que se ajustan a la descripción anterior. Estamos hablando de los Zanev, Manchev, Maris, Fabiano Lima, Adrián, Sales, Arthuro o Cellerino. Todos ellos pueden contar sus partidos con el Celta con los dedos de una mano, y siempre a un nivel muy por debajo de lo esperado por ellos. Resultaron una completa decepción y colaboraron a escribir una de las peores etapas de la historia del Celta, acercando al equipo al abismo de la Segunda División B, lo que hubiese supuesto, casi con total seguridad, la desaparición de la entidad.

Pero no solo en la categoría de plata han aparecido en el plantel celeste este tipo de futbolistas. De la última etapa en la Liga de las Estrellas podemos extraer nombres como los de Roberto Souza o Areias, los cuales sonaran a chino para muchos celtistas olvidadizos, mientras que, para otros, no representarán más que un vago recuerdo. Y es que sus partidos con la elástica celeste se reducen a los amistosos de verano, en el caso del centrocampista brasileño, y a su debut frente al Espanyol en Liga en el caso del lateral portugués que, tras su mala actuación, no volvería a disfrutar de minutos.

Incluso en la época más dorada del club, aquella en la que los Mostovoi, Mazinho, Karpin y Revivo maravillaban a la grada, encontramos casos de futbolistas que pasaron por el club vigués sin pena ni gloria. Casos como los de Hoogendorp o Maurice, dos delanteros cuyos “pases a la red” fueron más bien escasos, o Zoran Djorovic, siempre a la sombra de su hermano. Si es que no se libran ni las mejores familias, pensará alguno.

Hoy en día, todos ponemos nombre y apellidos al futbolista que más se acerca a ese patrón. Se trata de Dimitrios Papadopoulos, quien, en su ya año y medio de estancia en Vigo no ha gozado de muchos minutos y ha sido incapaz de anotar un solo gol. No se le puede reprochar nada en cuanto a sacrificio y voluntad se refiere, pero lo que si es cierto es que, al que fuera campeón de Europa con Grecia en 2004, no le está acompañando la suerte en su etapa como celeste. La grada, pese a todo, no le niega su simpatía e, incomprensiblemente, es siempre coreado en las escasas ocasiones en las que Herrera le concede algunos minutos.

El técnico catalán ya lo ha señalado como uno de los descartes, pero parece que el futbolista heleno, sin ofertas, no tiene la intención de marcharse. Ojalá que de aquí hasta que se acabe su estancia en Vigo haga algún mérito para ser recordado lejos de la negatividad de esta lista. Muchos sueñan con que el gol del ascenso lleve su firma. Seguro que así ya no pasaría a formar parte de “los otros”.

Moi Celeste

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