La TVG2 está emitiendo en este momento un Celta- Deportivo correspondiente a la Temporada 1997-98. El conjunto vigués vencería ese partido (2-1) tras remontar el gol inicial de Ramis, aunque eso realmente fue lo de menos, ya que aquel Deportivo era un equipo de transición, y el Celta era uno de los gallos de la categoría. Comandado desde el banquillo por Jabo Irureta y con Mazinho, Mostovoi, Karpin y Revivo como puntas de lanza de un equipo que convirtió el fútbol en una sinfonía casi perfecta.
Muchos asocian el Celta del "Jogo bonito" a la etapa de Víctor Fernández, pero pocos equipos como aquel desplegaron un fútbol tan hermoso y efectivo a la vez. El equipo era una gozada, desde que en 1996 decidió dar un pase adelante con fichajes lujosos y poco usuales por estos lares. A Balaídos fueron desembarcando futbolsitas de la talla de Dutruel, Djorovic, Karpin, Mazinho, Mostovoi, Revivo, Cadete, Eggen o Bruno Caires, que venían a complementar a veteranos curtidos en mil batallas como Patxi Salinas, Berges, Juan Sánchez o el incombustible Gudelj, que vivía sus últimos días como jugador celeste.
A Jabo Irureta le cabe el mérito de haber conseguido crear uno de los mejores equipos de la historia del Celta. Un equipo que buscaba la efectividad, pero eligiendo el camino de la excelencia. Con un Míchel Salgado que vivía su mejor momento, recién llegado de una fructífera cesión al Salamanca. Futbolistas como Dutruel o Djorovic estaban en su mejor momento deportivo y a Berges aún parecía quedarle cuerda para rato. Pena de las lesiones posteriores.
Pero si el equipo en defensa resultaba atractivo, era del centro del campo hacia arriba donde marcaba las diferencias y enamoraba a los aficionados. Mazinho, todo potencia y precisión, recorría kilómetros y kilómetros en cada partido, se hinchaba a recuperar balones y tenía una enorme lucidez para elegir bien en la entrega. A su lado, Ito, se perfilaba como un gran escudero y un gran negocio para Horacio Gómez. Y de ahí para arriba, todo talento. Los mejores jugadores de nuestra historia coincidieron aquella temporada sobre el césped.
Karpin recorriendo la banda derecha, coleta al viento, todo carácter, todo valentía, jamás se arrugaba ante nadie ni ante nadie. Él fue quién serenó y centró en el fútbol a Mostovoi, un talento incuestionable, tan grande que hasta al propio jugador ruso le costaba gestionar. Cuando se dedicó a jugar al fútbol, Balaídos vibró. Impredecible, capaz de hacer cosas increíbles, la impronta de Mostovoi ha quedado grabada a fuego en el imaginario colectivo del celtismo.
Pero si Mostovoi era increíble, no lo era menos Haim Revivo. Un diablo por la banda, el desequilibrio en estado pura, la finta, el regate, el centro, el disparo. El futbolista israelí dominaba casi todas las artes del extremo puro, y además tenía gol. Fue una gozada verlo vistiendo la camiseta del Celta. Tampoco era mancos los delanteros, además de Gudelj, que vivía sus últimos días como celeste, pero que marcó el gol decisivo ante el Mérida, estaban Cadete y Juan Sánchez.
Precisamente el valenciano Juan Sánchez fue el máximo goleador de aquel equipo, con nueve tantos, y Alexander Mostovoi, como demostración de su carácter conflictivo, fue el jugador más amonestado con 16 tarjetas amarillas. Mazinho, el todoterreno brasileño se convirtió en el maratoniano de una temporada fantástica jugando 3.325 minutos.
El Celta de Irureta completó una temporada casi perfecta, manteniendo una increíble regularidad de principio a fin. Echando un ojo a la fría estadística podemos apreciar que la pero posición del equipo en la tabla fue la octava, y que durante gran parte de la temporada se situó entre las cinco primeras posiciones, para acabar finalmente en sexta posición logrando el regreso a la Copa de la UEFA, 27 años después de la última vez. Los que tuvimos la suerte de verlos, jamás lo olvidaremos.

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