Si hace poco comentábamos la notable incomprensión que sufre la figura de Roberto Trashorras por parte de ciertos sectores de la afición celeste, mucho más exagerado es el caso de otro centrocampista del plantel. Cuesta creer que un futbolista como Aritz López Garai, quien acumula más minutos que ningún otro jugador de campo en las últimas dos temporadas, alguien en quien dos técnicos distintos como Eusebio y Paco Herrera han depositado su confianza domingo tras domingo durante este par de campañas, no goce de un cierto grado de reconocimiento por parte tanto de la hinchada como del club.
De acuerdo que el de Barakaldo no es una estrella del balompié. No es un virtuoso del balón, capaz de levantar a la grada con una jugada espectacular; no marca goles, no da asistencias, no tiene regante ni la suficiente capacidad ofensiva para generar peligro; tampoco es un jugador mediático, no sale en los programas del corazón, ni anuncia ninguna marca de calzoncillos.
El entorno tampoco le ayuda; la figura de Cristian Bustos, adorada por la afición y quien este curso se ha destapado como el Gatusso del equipo, reduce el protagonismo de Garai. Asimismo, el tener a un buque insignia como Oubiña como su principal competidor por un puesto en la medular disminuye el número de aficionados que desean verlo dentro del once titular. Por otra parte, el club, quien en el enero pasado renovó a gran parte del plantel, entre ellos al mencionado Bustos, pareció olvidarse de Garai, algo que no sentó muy bien el jugador vasco, quien reconoció que se sentía infravalorado. Además, en los últimos días, se ha hecho pública la posibilidad de que el futbolista, ante el escaso cariño recibido, haya decidido marcharse al Murcia con su amigo Iñaki Alonso, lo que ha reducido, aún más, su ya escaso índice de popularidad.
No obstante, ciertos sectores reconocen que se está siendo injusto con López Garai. Reconocidas sus carencias, también hay que decir que se trata de un jugador que cumple todos los domingos, vaciándose en cada partido y dando lo máximo en cada lance del juego. Pocas veces es el más brillante del equipo, pero son menos las que hace un mal encuentro. Es, posiblemente, el jugador más regular del plantel, manteniendo un nivel bastante notable durante casi el 100% de los encuentro de la campaña. Además, junto con su compañero Bustos, es el futbolista que más kilómetros hace, y, aunque a muchos le sorprenda, el que menos balones pierde a lo largo de un partido. No se complica y siempre suma, siendo el típico hombre de equipo necesario en toda plantilla elegida para alcanzar el éxito.
Así pues, quizás convendría empezar a reconocer un poco más los méritos del futbolista del País Vasco. No digo considerarlo una estrella, pero sí como lo que es, un buen jugador, necesario como otros para poder estar el año que viene en Primera División. Ya está bien de que sea el “patito feo”.
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