ARMANDO ÁLVAREZ - VIGO No se lo esperaba José Ricardo Fernández, a quien el Celta no renueva el contrato como delegado del primer equipo. "Ha sido una sorpresa", confirma. Se lo dijeron el pasado viernes. Se va con 62 años y seis temporadas en celeste a sus espaldas. Triste ("pensaba concluir aquí mi etapa laboral") pero sin reproches, "agradecido a todos" y satisfecho con los recuerdos que se lleva: "Trabajar en este club ha sido para mí cumplir un sueño".
El teléfono no ha parado de sonar desde que trascendió la noticia. José Ricardo se emociona: "Me siento muy respetado y querido". Menciona a directivos, compañeros y con especial intensidad a los peñistas: "Durante estos años he disfrutado con ellos. Y algunas peñas, la de Madrid la última, me han nombrado socio de honor. Son cosas que te fortalecen".
José Ricardo y el Celta se buscaron durante algún tiempo antes de encontrarse. Fue tras el "caso Toni Moral". Aunque superado al confirmar el ascenso, el desliz provocó una reestructuración. La directiva apostó por contratar a un delegado profesional. José Ricardo fue su elección: "A Horacio Gómez le agradezco que me trajese, igual que a Mouriño y el actual consejo la continuidad durante estos años".
Era seguramente el único puesto que le faltaba por ocupar en el fútbol. Del Ourense, a lo largo de 25 años y en dos etapas, fue entrenador, director general y hasta presidente accidental. En el Leganés trabajó de gerente. En el Xerez, de director deportivo. "De todos los sitios me he ido dejando las puertas abiertas, igual que aquí, porque de mi trabajo no me han dado queja. Me voy orgulloso, con la conciencia tranquila". El Celta le ha explicado que necesita reducir costes. Aprovecha que su contrato concluía para eliminar esa partida, aunque implicaba un sueldo medio de administrativo. Su labor se repartirá, duplicando el esfuerzo de otros. Gudelj es la idea. "Es un chaval majísimo, un gran amigo que me superará con creces. Dejará el pabellón bien alto".
José Ricardo se ocupaba de la intendencia, los viajes, la relación con los árbitros, el cuidado de los jugadores y hasta de la relación con los medios de comunicación mientras no se creó la figura del jefe de prensa.
Seis temporadas le alcanzan para haber conocido a una larga serie de entrenadores: "Con todos me he llevado bien, desde Fernando Vázquez, con el que estuve fenomenal, hasta Paco Herrera, que es encantador y para el que pido el apoyo de la afición. Sé que él quería que siguiese. Estuve especialmente cerca de los que lo pasaron mal porque es el momento en que lo necesitan". Conoció igualmente la reconversión continua de la plantilla, de una "en la que había muchos extranjeros y profesionales con experiencia a otra con canteranos. Te tienes que adaptar, entender la personalidad de cada uno. He conocido grupos humanos muy fieles".
Y es igual de amplio el catálogo de emociones: "Lo hemos pasado mal con el descenso y peleando para no bajar a Segunda B. El que está en este oficio sabe que hay momentos duros". La luz diluye las oscuridades: "Ganamos dos veces en el Bernabéu, en Riazor, viajamos por Europa conociendo otros ambientes. La primera temporada fue la más bonita, cuando nos clasificamos para la UEFA con un equipo recién ascendido. Nunca me olvidaré del paseo en autobús desde el estadio a la Praza América. Me moriré con este recuerdo". Del autobús celeste nadie podrá bajar al delegado que amenizaba los viajes del equipo cantando boleros. "Siempre habrá alguien que los cante".
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