Dicen que por la noche es cuando más activo está el cerebro y cuando más se sienten las cosas, o por lo menos eso es lo que yo digo. Y aquí estoy. Son las 2:15 de la mañana, y me siento con ganas de escribir y compartir ilusión.
Me gustaría empezar hablando del partido de Granada. Al acabar la tanda de penaltis, mi sensación era que todo el mundo estaba en nuestra contra y que nunca podríamos volver al lugar que nos pertenece. Rabia, impotencia. Había sido un partido que había reunido todo lo que un encuentro de fútbol puede ofrecer a pesar de ver tan solo un único gol. Cuando uno ve un partido le gusta la emoción, el morbo, la polémica… salvo cuando el que juega es tu equipo. No hace falta que recuerde todo lo que sufrimos los celtistas de corazón, esos que pataleamos con cada gol encajado y nos levantamos del asiento al lograr un tanto. Bajo mi punto de vista lo vivido fue como experimentar todo lo sufrido en la temporada en un viaje exprés de 120 minutos para unos y unas 24 horas para otros, ya famosos, “300”.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Porque al fin y al cabo todos sabréis perfectamente lo que pasó, y lo que sentisteis ese día. Significó un palo muy duro para el celtismo. Es la primera vez que veo a esta afición que después de caerse y darse tremendo golpe, no solo se levanta, sino que lo hace con más energía que antes. No creo que vayan a salir celtistas nuevos de debajo de las piedras, ni que Balaídos se vaya a llenar ni mucho menos, pero los que estamos creo que hemos acabado de madurar estos 4 años en el pozo. Conocemos nuestra situación y asimilamos los problemas que tenemos, y precisamente cuando nos damos cuenta de esto es cuando vemos que somos grandes. Cuando cargados de orgullo y corazón vamos a pelear por nuestro equipo con más fuerzas que nunca para que vuelva a ser aquel que un día conocimos.
Estamos viendo que aumentan las iniciativas como el ejemplo de páginas web dedicadas exclusivamente al Celta, podcasts, etc… O la nueva peña Irmandiños1923 de la cual me siento orgulloso de pertenecer desde hace menos de una hora. También se respiran otros aires en el entorno celtista tras un año lejos de los puestos de descenso. La gente está ilusionada, y parece que aquel mar de sentimientos celestes que estaba en calma, empieza a agitarse. Se presume algo grande, y este año será solo el principio.
Tenemos que intentar contagiar esta ilusión, este optimismo y estas energías a nuestros amigos y conocidos. La ciudad hizo un amago de revivir viejas sensaciones con este playoff, aprovechemos que el color celeste aun está latente en el ambiente para ilusionar a los demás.
Pretemporada es sinónimo de ilusión, de cargar las pilas. Si el equipo vuelve al trabajo en unas semanas, nosotros no podemos ser menos. Animemos, no critiquemos. Aplaudamos en vez de silbar. Dicen que la unión hace la fuerza, pues pongámoslo en práctica.
Son las 2:56 de la mañana y solo puedo decir: HALA CELTA!

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