Ranko Despotovic no se ha visto en otra igual. El ariete serbio anotó 3 goles en el partido que ayer disputó con su equipo, el Girona, ante el Celta, con lo que ya suma 13 goles, su techo en la Liga española, donde nunca había llegado a la decena de goles tras dos experiencias, un tanto negativas, en Murcia y Salamanca.
A Murcia llegó recomendado por Javier Clemente, seleccionador serbio por entonces que le había dado la oportunidad de jugar con la selección de su país en 2 ocasiones. Desde entonces no ha vuelto a ser llamado para defender los colores de su país, ni por Radomir Antic, que sustituyó a Clemente ni por Vladimir Petrovic, actual seleccionador serbio.
Ayer, la zaga celtiña le puso en bandeja su retorno al combinado balcánico. El bueno de Despotovic pensaría que si todos los domingos jugase contra Vila y Catalá, a estas alturas ya sumaría más de 50 entorchados con su selección. Lo malo para él es que no todos los días se enfrenta a una defensa de mantequilla, que le sirve en bandeja los goles y a los que solo les faltó abrazarse a él y celebrarlo.
Algún día, cuando Despotovic se retire y viva tranquilamente en su Loznica natal recordará con sus nietos aquel día de 2011 cuando puso Balaídos a sus pies, mientras con aire nostálgico acaricia el marco con la foto de Vila y Catalá. "Ellos hicieron todo lo que pudieron, pero no fue suficiente. Solo jugué contra ellos 2 veces por temporada".
Pero el entrañable abuelo Despotovoic fruncirá el ceño cuando un nieto le pregunte por aquel tenista español llamado Rafael Nadal: "Jamás olvidaré que por su culpa no pudo ver aquel partido el entrenador de Serbia". Y razón no le faltará. Eso no se le hace a este hombre. Por su culpa, no pudo aprovechar el esfuerzo de nuestros defensas.
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