
Hay gente que no sabe ganar. También la hay que no sabe perder e incluso los hay que no saben ni empatar. Ayer vivimos buenos ejemplos de ello. Yuri, delantero de la Ponferradina, su entrenador, Claudio Barragán, y parte de la afición del Celta.
A Yuri, jugador con pasado granate, cierta parte de la afición lo estuvo insultando todo el partido. Cuando el jugador logró el empate en el descuento no se le ocurrió mejor forma de celebrarlo que acudir a la zona de Celtarras y marcarse una samba. Fue un gesto innecesario para celebrar algo que en realidad no tenía que celebrar. El empate certifica el descenso de la Ponferradina y demuestra más odio que otra cosa.
Claudio Barragán, un entrenador que aún tendrá que demostrar que lo es, con pasado deportivista y que llegó a Vigo como si fuese el Mourinho déspota y prepotente que entrena al Real Madrid. El viernes, a su llegada a la ciudad olívica, se negó a atender a los periodistas locales aduciendo que ya había dado una rueda de prensa en Ponferrada. Cuando su equipo logró el empate que, insisto, certifica su descenso, se dirigió al banquillo del Celta para echárselo en cara. No sabe ni empatar.
Quién tampoco sabe empatar parece ser la afición del Celta, que en el momento de recibir el empate comenzó a cantar aquello de "A segunda b" a la Ponferradina en una clara falta de respeto y demostración de poca deportividad. Un cántico que sobraba, mucho más teniendo en cuenta que no hace mucho el Celta se libró de esa calamidad de milagro. Una soberbia que sobra y que no se merecían los 500 aficionados llegados de Ponferrada y que se comportaron con toda la correción posible.
Por mucho que ellos tampoco se merezcan tener un delantero descerebrado y un entrenador que celebró su descenso a Segunda B.