La semana de tres partido preocupaba a Herrera, que avisó de la conveniencia de realizar rotaciones. En Tarragona apenas descansaron Álex López y David Rodríguez, además de Hugo Mallo, por prescripción médica. Los cambios funcionaron, se ganó el partido y las sensaciones eran bastante positivas.
Ante el Huesca, Herrera se cortó bastante con las rotaciones. El único cambio fue la entrada de Michu por López Garai, pero el resto del equipo seguía siendo el mismo, incluso jugó Hugo Mallo, que recayó de su lesión y tuvo que ser sustituído al descanso.
Herrera avisó en la previa de este partido que los delanteros rotarían. El que jugase el jueves, probablemente no lo hiciese el domingo, y viceversa, pero a Herrera se le fue la mano con las rotaciones dejando en el banquillo a De Lucas y a Trashorras a la vez. El equipo perdió el timón sin los dos jugadores más creativos de la plantilla.
Este equipo es lo que es gracias a la calidad inmensa de Trashorras y el espíritu ganador y competitivo de De Lucas. Con ellos en el banquillo, al equipo le falta lo básico, lo que le ha llevado a estar donde está.
Y tal vez las rotaciones hayan sido necesarias para que los jugadores tengan gasolina en la recta final del Campeonato, pero lo cierto es que ayer perdimos. Siempre solemos juzgar las decisiones en función del resultado, pero lo cierto es que en este caso podemos hacerlo, ya que el equipo nunca estuvo en condiciones de ganar el partido, casi ni de empatarlo.
Reservar a los jugadores es importante, pero también lo eran los tres puntos de hoy. La derrota duele porque viene precedida de otra y eso lleva al Celta a sumergirse en su primer bache serio de la Temporada. Conviene cortar la sangría de derrotas y Herrera tendrá que volver a rotar otra vez salvo que los del Comité le hagan caso y revisen la jugada de Bustos.

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